A sus 70 años el batería Barry Altschul está viviendo una segunda juventud. Presente en grabaciones históricas como el Conference of the Birds de Dave Holland, se codeó con los grandes de los 70 (Corea, Braxton, Bley), para desvanecerse a mediados de los 80 en un largo periodo de oscuridad. Su nombre había vuelto a la actualidad con la reunificación del legendario trío de Sam Rivers, uno de los acontecimientos discográficos del pasado año.
Aquí parece haber querido emular ese formato de trío reclutando al contrabajista Joe Fonda, colega en el FAB trio con Billy Bang, y al saxofonista de las mil caras Jon Irabagon, tras su mano a mano en Foxy. Sin embargo, éste es un disco más equilibrado que aquel vertiginoso tour de force, no en vano en su vuelta al primer plano tras más de 25 años sin grabar a su nombre, ha querido tener el control total y deja claro que ésta es su sesión.
A pesar de que no se considera un compositor sino antes que nada un batería que compone para tocar, todos los temas salvo el Ictus de Carla Bley están firmados por él. Así, repesca algunos clásicos de su selecta discografía, como la preciosa balada Irina, para lucimiento de un inspirado Irabagon, o el freebop con sabor añejo de Natal Chart. También hay temas nuevos como Oops, especie de calipso con ecos de Sonny Rollins inspirado en realidad en un ritmo de Mali, y para cerrar el solo A Drummer Song, evocando el espíritu de Max Roach.
No hay comentarios:
Publicar un comentario