En fechas recientes unas fugaces vacaciones en Eslovenia y Holanda me han permitido disfrutar de una considerable ración de jazz en vivo. De todo lo visto y oído, que no ha sido poco, sin ninguna duda lo más destacado fue el concierto que el Angles Octet ofreció dentro de una jornada que el modélico festival de jazz de la coqueta capital eslovena dedicó por entero al sello portugués Clean Feed con motivo de su décimo aniversario.
La banda de Martin Kuchen había regalado el día precedente un avance de su encanto convertida en una brass band con varios de sus miembros como improvisados percusionistas en una actuación por las animadas calles de Liubliana, un marco ideal teniendo en cuenta que en su música parecen colarse a veces aires balcánicos. Pero el concierto del día siguiente sorprendió incluso a los que ya conocíamos sus grabaciones para el sello de Pedro Costa por el tremendo impacto que producen algunas de sus composiciones más afamadas en manos de una renovada formación. Además de Kuchen al saxo alto, Angles mantiene su núcleo básico con Mats Aleklint al trombón, Mattias Stahl al vibráfono, Johan Berthling al contrabajo y Kjell Nordeson a la batería, pero se presentaba con la novedad del trompetista sueco de ascendencia croata Goran Kajfes en sustitución de Magnus Broo, y la extensión a octeto con la incorporación de dos nuevos instrumentos: el piano del jovencísimo Alexander Sethson, y el saxo barítono (y a veces sopranino) del noruego Eirik Hegdal, uno de los puntales de la escena de Trondheim. Con ellos ha ganado en pegada y densidad pero sobre todo se ha dotado de un colorido muy especial.
En una época en la que por los festivales se pasean formaciones de más que contrastada solvencia pero que raramente escapan de lo previsible, Angles causó entre el exigente público de Liubliana, mucho más acostumbrado que en España a saborear lo más granado que se cuece en el panorama internacional, la inusual sensación de estar viviendo un momento para la historia. Pocas veces puede uno creerse tan privilegiado como los que asistieran a citas legendarias como la de Dolphy en el Five Spot o la de Mingus en Antibes, tal era el nivel de euforia y excitación que provocaba una música vibrante que pese a momentos de una fuerza descomunal no deja nunca de lado el atractivo de unas melodías arrebatadoras. Bandas como Angles confirman no solo la ya más que reconocida pujanza del jazz escandinavo sino que el centro neurálgico de este jazz globalizado del siglo XXI parece pivotar cada vez más hacia Europa.
un interesante regreso
ResponderEliminarMuchas gracias por volver a darle color al blog.
ResponderEliminarAunque tarde, (ya te tenía casi olvidado) te doy la enhorabuena por la entrada y ánimos para que sigas haciendo mas aportes al maravilloso blog que tienes,
ResponderEliminarSaludos y abrazos, (a ti también, Tocho, ya hablaremos).