El pasado 18 de Octubre nos dejó Marion Brown, una pérdida más que añadir a las de Bill Dixon y Noah Howard en un año devastador para los protagonistas de la época gloriosa del free. El saxofonista llevaba largo tiempo retirado por problemas de salud que se habían agravado en tiempos recientes.
Un espíritu libre, culto y de sólida formación, ocupó un puesto un tanto al margen en aquel grupo de revolucionarios por su estilo lírico y frágil. Su legado aún no ha sido valorado en su justa medida, en parte maltratado por un mercado discográfico en el que apenas ha sido reeditado, por lo que generaciones posteriores solo han podido conocerlo en su integridad cuando Internet lo ha puesto al alcance de unos cuantos clics.
Oriundo de Atlanta, elige el saxofon fascinado por Charlie Parker y más tarde por Sonny Rollins, y a principios de los 60 ya en Nueva York entra en contacto con Archie Shepp, Alan Shorter y Ornette Coleman, que incluso le apoya en sus inicios prestándole su famoso saxo de plástico. Aunque ese mismo año ya había aparecido en Fire Music de Archie Shepp, Brown tuvo la suerte de encontrarse en el lugar oportuno en el momento oportuno cuando en 1965 participa en la radical suite de John Coltrane Ascension, el mayor aldabonazo que podía darse al free de la mano de uno de las grandes.
Tras debutar en ESP con Quartet, encadena a finales de 1966 la que es probablemente su trilogía más satisfactoria: Why Not también en ESP, Juba Lee en Fontana y su disco más famoso Three for Shepp, un Impulse! apadrinado por su mentor. Temporalmente expatriado a Europa en busca de un mayor reconocimiento, publica Porto Novo, un fiel reflejo del free del momento, y su paso por la escena francesa y alemana deja unas cuantas rarezas: la banda sonora Le Temps Fou (para la película de Marcel Camus Un Eté Sauvage), Gesprachsfetzen, In Sommerhausen (todos ellos en colaboración con Gunter Hampel), en las que su música va adquiriendo un carácter más espacioso.
Aunque siempre había mantenido una cierta independencia estilística, de vuelta a su país se desmarca definitivamente de la corriente clásica del free, abriendo una etapa más experimental en la que se acerca a los presupuestos estéticos de la AACM, como reflejan sus dúos con Leo Smith, utilizando una amplia paleta de instrumentos (algunos fabricados por él mismo) al estilo del Art Ensemble of Chicago.
El minimalista y atmosférico Afternoon of a Georgia Faun (una de las primeras referencias de ECM), que 40 años después aún suena avanzado e insólito, Geechee Recollections, en el que su interés por la etnomusicología le conduce hacia el africanismo, y Sweet Earth Flying, otro fascinante collage de estilos, conforman la que se ha dado en llamar su trilogía de Georgia, sin duda la fase más ambiciosa de su carrera.
Tras un controvertido coqueteo con la fusión en Vista, a finales de los 70 registra el precioso dúo con Gunter Hampel Reeds 'n Vibes que anticipa el inevitable giro hacia un cierto neoclasicismo, para dejarnos, eso sí, obras bastante más dignas que las de algunos de sus correligionarios, como Passion Flower (dedicado a Johnny Hodges), Soul Eyes, y sus exquisitos dúos con Mal Waldron Songs of Love and Regret y Much More.
Marion Brown: el último gran héroe por Yahvé M. de la Cavada en Cuadernos de Jazz.
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