El santo patrón de la guitarra contemporánea abandona Nonesuch para evitar la limitación de publicar un disco al año (quedamos avisados). Para su estreno en Savoy ha recurrido a una atractiva formación de trío con la viola de Eyvind Kang (que ya brillaba en aquel Quartet de los 90), y la batería del emergente Rudy Royston, con la que incide en ese melodismo atmosférico que ha convertido en un género en sí mismo.
Por momentos más propio de una banda sonora, el disco se escucha con agrado pero tiende a hacerse previsible, sensación mitigada por las sucesivas pinceladas de arqueología musical: espirituales (It's nobody's fault but mine de Blind Willie Johnson), ráfagas de swing (Benny's bugle de Benny Goodman), bluegrass (el Keep on the sunny side que popularizó la Carter Family), o la más discutible Goin' Out Of My Head de Little Anthony & the Imperials, con las que Frisell sigue reinventando las esencias de la música popular americana. La esmerada producción de Lee Townsend, con su habitual sonido aséptico, no deja demasiadas alegrías a los que disfrutan del 'otro Frisell' más incisivo y jazzero, el que se vislumbra en la juguetona Winslow homer o en la monkiana Sweety.
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