Sin hacer mucho ruido, Orrin Evans alcanza con su vuelta a Criss Cross la redonda cifra de una veintena de discos publicados a su nombre o al de bandas lideradas por él como Tarbaby.
Está claro que el trío es uno de sus formatos preferidos y en este caso con el polifacético contrabajista Eric Revis y el dinámico batería Donald Edwards da un repaso magistral a una amplia muestra de estilos en la que se cuelan cada vez más influencias, de la irresistible lectura funky del Blues Connotation de Ornette Coleman al post-bop a lo Herbie Hancock de Commiment, del swingueante Dorm Life, un tema recurrente en su discografía, a baladas extremadamente lentas como Rockin' Chair. Una de las grandes virtudes del pianista afincado en Filadelfia es su capacidad para rebuscar en repertorios ajenos y sacar petróleo de temas poco conocidos. En esa línea, el momento culminante del disco es sin duda African Song, un oscuro tema del saxofonista Bill McHenry reinventado como una maravilla de sabor ellingtoniano con el añadido de Ben Wolfe creando un hipnótico juego de contrabajos y un piano celestial digno de Andrew Hill.
Por si no quedaba claro con sus recientes entregas en el sello Posi-tone, este disco confirma que Orrin Evans ha alcanzado una plena madurez creativa y que este trío nada tiene que envidiar a otros más mediáticos como el de Brad Mehldau o incluso al del endiosado Keith Jarrett. Sensacional.
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