El pianista francés Benoit Delbecq es uno de los inclasificables de la escena europea, aunque podría considerarse heredero de la estirpe monkiana filtrada por Mal Waldron por su hipnótico fraseo, no es ajeno a la música clásica contemporánea ni a la influencia de los ritmos del funk, como puso de manifiesto su viaje a Minneapolis en busca del sonido de Prince para su particular homenaje a Duke Ellington Crescendo in Duke.
A pesar de que ya había grabado a dúo con el pianista Andy Milne en Where is Pannonica?, este doble trío supone un reto mucho más complejo. El nexo común con Fred Hersch es el clarinetista y saxofonista afincado en Holanda Michael Moore, presente en el debut del francés Pursuit, y que formó en los 90 con el pianista americano un trío en una línea mucho más abstracta que la evansiana de sus inicios. En ese trío estaba el batería Gerry Hemingway, que junto a Mark Helias es aquí una de las parejas rítmicas, la otra son dos habituales de las bandas de Delbecq, Jean-Jacques Avenel, un histórico por su larga asociación con Steve Lacy, y Steve Argüelles, que además de la percusión se encarga de añadir efectos electrónicos de forma muy sutil y poco intrusiva.
Delbecq ha compuesto esta obra con el doble trío en mente pero de forma muy abierta y dejando espacio para diversas combinaciones de instrumentos. Hersch tiene un papel secundario pero se integra perfectamente en el universo del francés, hasta el punto de que se hace difícil distinguirlos en algunos momentos. Salvo en un saltarín Night for Day de aire monkiano, lo que prevalece en todo momento sobre la estética jazzística es la faceta más contemporánea de su música, con ecos de Messiaen o Cage. Un disco soberbio al que pone broche de oro una enigmática lectura de la hermosa composición de Ornette Coleman Lonely Woman.
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