Blue afternoon fue su cuarto disco y el primero para el sello Straight de Frank Zappa y Herb Cohen. Grabado en 1969 y publicado al año siguiente, es casi una secuela de Happy sad, con el que comparte ese toque jazzy que da un sabor tan especial a sus melodías enraizadas en el folk, repitiendo en la mayoría de los temas parecida fórmula instrumental con el vibráfono de David Friedman, fruto de su admiración por Milt Jackson y su Modern Jazz Quartet, y la inspiradísima guitarra de Lee Underwood. Completan la banda John Miller al bajo, Jimmy Madison a la batería y Carter C.C. Collins en las congas.
Este es mi disco favorito de Buckley y en mi opinión merecería tener la misma fama (si no más) que un Astral weeks o un Five leaves left, pero como si pesara sobre él una maldición apenas estuvo disponible brevemente en CD antes de volver a un incomprensible limbo relacionado con la posesión de los derechos y sólo hace poco apareció en una edición en vinilo. La foto de portada es un reflejo de lo que encontramos en su interior, una atmósfera triste y melancólica que alterna remansos de serenidad con lamentos atormentados.
El disco contiene canciones de una rara belleza: Chase the blues away, The river, o Blue melody están entre las joyas más sublimes de la discografía de Buckley, posiblemente solo comparables a Sing a song for you (Happy sad) o Song to the siren (Starsailor), pero nos quedamos con una de encanto más salvaje, la escalofriante The train, que cerraba el disco en un nuevo paralelismo con Gypsy woman, ese otro 'tour de force' que hacía lo propio en Happy sad. El cantante estira su rango vocal hasta límites insospechados sobre la estremecedora guitarra de Lee Underwood en una pieza de proporciones épicas.
Sí, claro, de Nick Drake, otro que estuvo olvidado mucho tiempo y de pronto se puso de moda, así de caprichosa es la historia. Buckley puede que tenga temas mejores, pero la elección era inevitable por el impacto que éste me causó en su momento, abriéndo mi horizonte musical hacia regiones hasta entonces inexploradas.
ResponderEliminarTim fué un gran aficionado al jazz y en éste disco se puede rastrear ese influjo; sin embargo , cuestión de gusto por supuesto, los discos que mejor recogen las capacidades vocales y compositivas de Buckley son Greetings from L.A. y Starsailor.
ResponderEliminarSaludos
Para mi Starsailor es a su modo, más bizarro y avanzado, otra obra maestra, con toques de free jazz, del Miles eléctrico y hasta de Ligeti. Los Radiohead debieron de oir el disco unas cuantas veces.
ResponderEliminarQué gran reseña, amigo! Gracias por comentar la obra de Tim Buckley, que toda promoción que se le haga es poca.
ResponderEliminarUn saludo.
Los Buckley tanto padre como hijo,estaban tocados por los dioses,Tim le gustaba el jazz y se intuye perfectamente en su musica.A Jeff le pude en concierto ver antes de su desgraciado y fatitico accidente, fue una experiencia inolvidable. A Tim le dio tiempo a dejarnos mas obras maestras y esta es una de ellas, sin lugar a dudas!
ResponderEliminarun abrazo
Buena entrada!!!!
ResponderEliminarSiempre me pareció interesante este tipo.
Pese a conocer la obra de Jeff, nunca me había acercado al legado de Tim Buckley. En la historia del rock hay artistas ocupando una posición de secundario, que deberían estar presentes más de lo que estan.
ResponderEliminarGran post, sabía bien poco de Tim Buckley, ahora sé un poco más.